PROBLEMAS DE SALUD Y TRASTORNOS POR DOLOR CRÓNICO

 

El dolor es una de las experiencias aversivas más comunes en nuestra vida. Esta vivencia desagradable y molesta, por paradójico que parezca, cumple una función biológica adaptativa, ya que nos enseña a identificar aquellos objetos o situaciones que pueden resultar peligrosos para nuestra salud e integridad. El dolor funciona, por tanto, como una señal de alarma que nos avisa cuando se produce un daño en nuestro organismo o cuando contraemos una enfermedad. El dolor solo cumple esta misión beneficiosa cuando su percepción se produce de forma temporal, en función del daño o la enfermedad, y su remisión depende de la propia curación de éstos. Este es el tipo de dolor que conocemos como “dolor agudo”.

 

Pero cuando el problema de dolor se prolonga mucho más allá de la curación de la enfermedad o herida (como sucede en las lumbalgias), o bien aparece y desaparece de forma recurrente sin guardar relación con ninguna causa orgánica conocida (como es el caso de la migraña), o por el contrario se produce a causa de una patología conocida pero difícil de tratar (como en las artritis o en el dolor de cáncer), el dolor deja de cumplir esa función útil y pasa a constituir una auténtico problema para la persona que lo padece.

Este proceso de cronificación suele coincidir, además, con una disminución en la efectividad de las soluciones médicas o farmacológicas para mitigar el dolor, junto a la aparición e incremento de otros problemas psicológicos como ansiedad y depresión.

Concretamente, hablamos de “dolor crónico” cuando éste permanece durante un periodo superior a seis meses y es resistente a la terapéutica convencional.

 

Los trastornos que precisan de mayor ayuda psicológica son: fibromialgia, lumbalgia, fatiga crónica, artritis reumatoide, problemas cardiovasculares e hipertensión.

Efectos psicológicos del dolor crónico

  

Las personas que padecen dolor crónico suelen tener un sentimiento de impotencia y desesperanza por el hecho de no encontrar solución a su problema tras visitar multitud de médicos y después de haberse sometido a una gran cantidad de tratamientos.

 

Existe una estrecha interdependencia entre emoción y dolor; así, emociones como ansiedad, ira o depresión, pueden desencadenarse ante la presencia del dolor o aumentando el ya existente. En los momentos iniciales del dolor, las emociones más destacadas son la ansiedad y la ira, apareciendo la depresión más adelante cuando el dolor se ha cronificado.

Las personas que padecen dolor crónico comienzan a modificar su conducta aumentando el número de quejas, solicitud de medicación, faltan al trabajo por los recurrentes dolores, dejan de hacer cosas agradables, disminuyen su vida social, pierden la capacidad de disfrutar de las cosas y mantienen una vida sedentaria.

 

En muchos de los casos, las relaciones familiares se ven afectadas ya que no siempre se comprende la enfermedad por parte de la familia. Es el caso, sobretodo de la fibromialgia por sus características. El paciente se siente incomprendido y con miedo a expresar el mínimo dolor ya que sus quejas son interpretadas como exageraciones o pretextos para no realizar ciertas actividades. Socialmente se produce un efecto parecido ya que el entorno deja de llamar a la persona enferma por no escuchar las constantes quejas o no las incluyen en sus planes tras tantas negativas a consecuencia del dolor.

El papel del psicólogo

  

Lamentablemente, en los casos de dolor crónico, los psicólogos no tenemos la capacidad de eliminar el dolor pero sí podemos ayudar a la persona que lo sufre a controlar la intensidad del mismo, a adaptarse a él de tal manera que, conociendo sus limitaciones, pueda recuperar el control de su vida, de su entorno, de sus emociones y de su dolor.

 

El objetivo principal es aceptar y adaptarse. Esto no implica resignación y quedarse con el sufrimiento que se tiene, aceptar implica conocer las limitaciones que supone y estar abierto a nuevas formas de hacer las cosas, dejar de hacer todo lo que no nos sirve y construir nuevos esquemas. La aceptación disminuye el sufrimiento y ayuda a la habituación al dolor haciéndolo más tolerable. Habituándonos, reducimos la ansiedad, el miedo, la ira y la depresión.

 

Aceptar el dolor, aprender a adaptarnos y crear nuevos esquemas enfrentándonos al sufrimiento puede ser muy duro y por eso es importante contar con la ayuda psicológica para este proceso.

 

Abordaje multidisciplinar del dolor

 

Es necesario adoptar un enfoque interdisciplinar en el que los distintos profesionales de la salud intervengan combinando así tratamiento médico-farmacológico, terapia física y psicológica.

Los objetivos deseables dentro de un tratamiento multidisciplinar del dolor:

  • Identificar tratar y resolver cuestiones físicas.
  • Eliminar medicación innecesaria y pautar la adecuada.
  • Fomentar la actividad.
  • Mejorar la condición física.
  • Devolver al paciente a unos niveles de productividad mínimos satisfactorios.
  • Mejorar el control del dolor.
  • Ayudar a que el paciente se responsabilice de su salud.
  • Educar al paciente para hacer un uso responsable del los servicios.
  • Evitar nuevas lesiones.
  • Prevenir futuras recaídas.
  • Evitar la dependencia y abuso de la medicación.
  • Eliminar las conductas de dolor que interfieren con una vida normal.
  • Mejora el bienestar psicológico.
  • Educar a la familia para que colabore en la recuperación del paciente.

 

Criterios para el diagnóstico de F45.4 Trastorno por dolor

 

 

A. El síntoma principal del cuadro clínico es el dolor localizado en una o más zonas del cuerpo, de suficiente gravedad como para merecer atención médica.


B. El dolor provoca malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.


C. Se estima que los factores psicológicos desempeñan un papel importante en el inicio, la gravedad, la exacerbación o la persistencia del dolor.


D. El síntoma o déficit no es simulado ni producido intencionadamente (a diferencia de lo que ocurre en la simulación y en el trastorno facticio).


E. El dolor no se explica mejor por la presencia de un trastorno del estado de ánimo, un trastorno de ansiedad o un trastorno psicótico y no cumple los criterios de dispareunia.

 

Especificar el tipo:

  • Trastorno por dolor asociado a factores psicológicos: se cree que los factores psicológicos desempeñan un papel importante en el inicio, la gravedad, la exacerbación o la persistencia del dolor (si hay una enfermedad médica, ésta no desempeña un papel importante en el inicio, la gravedad, la exacerbación o la persistencia del dolor). Este tipo de trastorno por dolor no debe diagnosticarse si se cumplen también los criterios para trastorno de somatización.
  • Trastorno por dolor asociado a factores psicológicos y a enfermedad médica: tanto los factores psicológicos como la enfermedad médica desempeñan un papel importante en el inicio, la gravedad, la exacerbación o la persistencia del dolor.

 

Especificar (para ambos tipos) si:

Agudo: duración menor a 6 meses.
Crónico: duración igual o superior a 6 meses.

Nota: el trastorno siguiente no se considera un trastorno mental y se incluye aquí únicamente para facilitar el diagnóstico diferencial.


Trastorno por dolor asociado a enfermedad médica: la enfermedad médica desempeña un papel importante en el inicio, la gravedad, la exacerbación o la persistencia del dolor. (Si existen factores psicológicos, no se estima que desempeñen un papel importante en el inicio, la gravedad, la exacerbación o la persistencia del dolor.).