TRASTORNOS DEL SUEÑO 

  

El insomnio es un trastorno por el cual se ve reducida la capacidad de dormir como consecuencia de motivos psicológicos, biológicos o ambientales.

 

La alteración del sueño provoca un malestar significativo, deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad de la persona que lo padece. Se merma su capacidad de concentración y rendimiento, no se sienten descansados y puede generar fatiga crónica.

Los trastornos del sueño más importantes son:

 

Insomnio primario: dificultad para iniciar o mantener el sueño.

 

Hipersomnia primaria: excesiva somnolencia con episodios prolongados de sueño nocturno y por intervalos de sueño diurno.

 

Narcolepsia: ataques irresistibles de sueño que a veces se acompaña la pérdida de tono muscular (cataplexia), generalmente asociado a emociones intensas.

 

Apnea: alteración del sueño producido por un problema respiratorio. La persona hace una o más pausas en la respiración o tiene respiraciones superficiales durante el sueño.

 

Pesadillas: despertares repetidos durante la noche o la siesta con un recuerdo detallado de los sueños amenazantes asociados la supervivencia, seguridad o autoestima.

 

Terrores nocturnos: despertares bruscos repetidos durante el sueño e iniciados con un grito de pánico. Miedo intenso sin poder ser calmado por los demás. Las personas que lo sufren no recuerdan el sueño.

 

Sonambulismo: episodios recurrentes de levantarse de la cama durante el sueño para deambular. La persona sonámbula se muestra pálida, con la mirada fija y no responde a las interrupciones ni comunicaciones de los demás por lo que es difícil despertarles.

 

Bruxismo: asociado al sueño. Es el hecho de apretar los músculos de la mandíbula friccionando los dientes, lo cual produce un ruido muy molesto y desgasta los dientes y la articulación temporomandibular.

 

La persona que padece alguno de estos trastornos puede manifestar mayor irritabilidad, estados de ansiedad, cansancio a lo largo del día y menor rendimiento en sus actividades habituales, falta de energía, lentitud a la hora de responder, fallos de memoria, incluso algunos pierden la capacidad de interactuar con su entorno social o laboral.

 

Consideramos que estamos ante un trastorno del sueño siempre que los síntomas citados no se deban a efectos fisiológicos directos de una sustancia (drogas, fármacos) o de una enfermedad médica.