ATAQUE DE PÁNICO

  

Las personas que sufren crisis de angustia o ataques de pánico, refieren que éstos aparecen de forma inesperada o de manera espontánea.

 

Los síntomas que lo acompañan son: palpitaciones, sudoración, temblores o sacudidas, sensación de ahogo o falta de aliento, sensación de atragantarse, opresión en el pecho, náuseas, inestabilidad, mareo o desmayo, desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (estar separado de uno mismo), miedo a perder el control o volverse loco, miedo a morir, sensación de entumecimiento u hormigueo y escalofríos o sofocaciones.

 

Generalmente, las personas que padecen ataques de pánico, lo asocian a ciertas situaciones (conducir o lugares concurrido) que aumentan la posibilidad de ocurrencia de nuevos ataques. Se produce una anticipación al miedo en esas situaciones, lo que dispara la respuesta de ansiedad.

 

AGORAFOBIA

  

La agorafobia se caracteriza por la aparición de ansiedad al encontrarse en lugares o situaciones donde escapar puede resultar difícil (o embarazoso) o donde, en el caso de aparecer una crisis de angustia inesperada (o más o menos relacionada con una situación,) la persona puede no disponer de ayuda.

Los temores agorafóbicos suelen estar relacionados con un conjunto de situaciones características, entre las que se incluyen estar solo fuera de casa, mezclarse con la gente, hacer cola, pasar por un puente o viajar en transportes públicos.

 

Estas situaciones producen más ansiedad si la persona no va acompañada, si las situaciones son poco familiares y si ha anticipado que tiene que permanecer en la situación temida.

 

Cuando una persona padece de agorafobia, su cuerpo reacciona ante situaciones cotidianas como si fueran situaciones de peligro real.

Como consecuencia de esto, las actividades normales de la vida cotidiana se van restringiendo (evitando) progresivamente a medida que el miedo domina la conducta de la persona, convirtiéndose en un trastorno muy incapacitante.

 

No es la situación o el objeto lo que provoca la reacción fóbica, sino las señales de falta de seguridad, la sensación de no poder escapar, de no encontrar ayudar o de la vergüenza en caso de ser inundado por la ansiedad.

Dentro del trastorno, debemos distinguir entre:

  • Trastorno de pánico sin agorafobia. Cuando se cumplen los criterios del trastorno de pánico pero sin la existencia de agorafobia: crisis de angustia inesperadas reiterativas, inquietud persistente ante la posibilidad de tener más crisis, preocupación por las implicaciones de la crisis o sus consecuencias (perder el control, sufrir un infarto de miocardio, "volverse loco"), cambio significativo del comportamiento relacionado con las crisis pero sin aparición de agorafobia.
  • Trastorno de pánico con agorafobia: Los síntomas de pánico se complican con agorafobia lo que supone un mayor malestar, desajuste e incapacitación de la persona.

Los principales efectos de la agorafobia son la incapacitación laboral, deterioro en las relaciones sociales y de pareja, restricción de actividades cotidianas o viaje, algunas personas no son capaces de salir de casa y otros problemas psicológicos como la depresión, obsesiones, baja autoestima, etc.)

 

Los datos apoyan la terapia cognitivo-conductual para solucionar este trastorno, acumulando una gran cantidad de éxitos terapéuticos en este campo.